Todas las tardes después de las 17:00 y de haber tomado su taza de té, baja las escaleras y se dirige al sótano a liberar su alma y su imaginación. Allí esperándola están su caballete y un lienzo en blanco dispuesto a abrirle las puertas de los mundos que alberga en su mente y que se encargan de hacerla sentir feliz, fuerte, tranquila, segura, a los que recurre a buscar compañía y a sacar de su interior la mujer en la que se está convirtiendo.