Detrás de cada personaje hay muchas historias, ensayos, mucha alegría, llanto, frustración y un sin fin de sentimientos encontrados, que al momento de salir a escena, dejan atrás del telón y se dejan llevar por este nuevo personaje; es como, por un momento, cambiar el disfraz que se lleva a diario, por otro totalmente diferente y así, permitirse ser otra persona por un lapso corto de tiempo. El ambiente en el camerino siempre está lleno de buena energía, es un momento en el que las risas, la fuerza y la armonía se toman el protagonismo por encima de los nervios u otro sentimiento parecido, permitiéndoles ser quienes verdaderamente son, para así empezar después a concentrarse y meterse en el personaje de su obra; como si de un ritual se tratara.