Aunque comúnmente se cree que en la contemporaneidad la mujer ha logrado fracturar la fuerza y el dominio del patriarcado en la cultura occidental, la realidad no es precisamente esa. Particularmente, en la pornografía y en el BDSM, la mujer es subyugada, sometida y silenciada. La idea de una mujer empoderada y contestaría que rompió con los patrones de un sistema social de patriarcado no es más que un ideal. La realidad es que tanto la pornografía como el BDSM reproducen y perpetúan conductas patriarcales donde la mujer asume y elige el rol de sumisa y es convertida en un objeto siendo representada por las partes de su cuerpo.