‘La hora perfecta’; gritan los palenqueros cada medio día, como si de un llamado de guerra se tratara, convocando a todos los hombres de la comunidad, listos para empezar a rodar la pelota y deslizarse sobre la arena con y sin zapatos; nada es impedimento para hacerlo. En cuestión de segundos se forman sobre la arena, divididos en dos equipos, sin pronunciar palabra alguna, mientras los que están afuera, se forman alrededor de la cancha para alentar a cada equipo, como si de barras ‘bravas’ se tratara, pero, lo más agresivo que hacen, es regañar al arquero por no haber tapado el gol; y el gol, el mejor momento del partido, el momento que hace que las dos ‘barras bravas’ se abracen y salten de la emoción; porque el gol no fue de un solo equipo, fue del hijo del amigo , del tio, del hermano, del papá, del primo, del vecino, de la casa de Waldy y como buenos palenqueros, todos se conocen con todos y se apoyan mutuamente.