A través de una mujer potente y fuerte, Bouclier muestra las cicatrices dolorosas, personales y familiares. Expresa el deseo de no ocultarlas y mostrar su belleza al mundo. El orgullo de superación y el proceso de asimilación de una mochila que todos llevamos encima y que no debemos de avergonzarnos si no mostrarla a los demás de manera que puedan conocer quien eres. No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Las cicatrices pues, son las costuras de nuestra memoria. Un remate imperfecto que nos sana dañándonos. Es la forma que encuentra el tiempo de que nunca olvidemos como llegamos a ser nosotros mismos, seres únicos.