Dama de la moda

En 1914, durante la denominada «Época Bella», la mujer aún era considerada un objeto decorativo. Es preciso resaltar la aparición de la silueta en forma de S que exigía una cintura diminuta. Los atuendos eran recargados; los sombreros, más grandes y se decoraban con ornamentos que los hacían más extravagantes. En cuanto a la sociedad, a la mujer se le impuso que debía cambiarse unas siete veces diariamente; de ahí la aparición de vestidos para diferentes momentos del día, mañana, tarde y noche. El final de esta época estuvo marcado por ciertos cambios: los Ballets Rusos y Paul Poiret fueron de gran influencia trayendo una onda oriental con colores llamativos; los corpiños, rígidos e incómodos, y las faldas anchas fueron reemplazados por prendas más suaves. Asimismo, el traje sastre cobró importancia al ser el atuendo más cómodo para las mujeres de clase media que trabajaban como institutrices y secretarias. Junto a la llegada de la fotografía, en una etapa de avance tecnológico, la revista Vogue se reinventa bajo la dirección de Edna Woolman Chase. Esta apasionada por la moda, cuyo don más característico era la persuasión, nació en una pequeña ciudad de Nueva Jersey y fue durante 14 años jefa del impreso. En 1914, fue promovida al cargo de editora en jefe y llevó a la publicación a ocupar el primer lugar de circulación en los Estados Unidos e, igualmente, la convirtió en una revista de alto prestigio. Su equipo de trabajo contaba con hijas de hombres de la alta sociedad, a quienes les permitían trabajar allí por el buen nombre de Vogue.

Pero este no sería el mayor logro de esta amante de la moda. Su genialidad llegaría a la cúspide tras estallar la Primera Guerra Mundial, en 1914, cuando los modistos cerraron sus talleres. Vale recalcar que en ese entonces la moda y las editoriales de revista dependían de los productos europeos puesto que todo giraba en torno a lo que se produjera en este continente. La moda da un vuelco. La ropa colorida de las mujeres desaparece y la vestimenta de luto empieza a marcar la época. Por ende, se desencadenó un gran problema para Edna al quedarse sin prendas que usar en la revista, pero también se despertó su creatividad pues, como respuesta a la crisis, crea los hoy famosos desfiles de moda. Sin embargo, en ese momento, era un evento especial para la alta sociedad que reunía a los mejores diseñadores para mostrar las nuevas tendencias. Este acontecimiento impactó en gran medida a la colectividad y puso nuevamente en marcha la maquinaria de la industria. Así, la fama de Vogue llegó al tope y a Edna se le atribuyó el título de primera dama de la moda.